We Tripantü: celebración que da comienzo a un nuevo brote de esperanza

Con la llegada del solsticio de invierno, la cosmovisión del pueblo mapuche festeja el We tripantü, entre el 21 y 24 de junio.

Este jueves 24 de junio, es un día festivo y el más sagrado para el pueblo mapuche, debido a que, según su calendario lunar, se dará comienzo a un nuevo ciclo de vida, en el que toda la tierra nuevamente se volverá a cargar de su fuerza vital para entregarle al ser humano los frutos que necesita para vivir. Para ellos será el año 12.488.

Y es que el We Tripantü o wüñoy Tripantu, traducido como “nueva salida del sol y luna”, es una fecha donde se da el punto máximo de distancia que puede alcanzar el sol de la tierra, por lo tanto, desde ese momento se inicia el retorno, que representa un nuevo comienzo. Esto quiere decir, un cambio en el ciclo de la vida y agrario, cuya clara señal se da con el inicio del solsticio de invierno.

“La celebración se llama Wüñoy Tripantü, y significa retorno del año. Alude a un año cíclico, a que el tiempo lo es. En cambio, el concepto We Tripantü está dentro del paradigma occidental donde el tiempo es lineal, pero dentro de la visión de los pueblos originarios, el tiempo es cíclico”, indicó a Ladera Sur, Elisa Loncón, mapuche, académica de la Universidad de Santiago y experta en educación intercultural.

Y es que según la cosmología del pueblo, todo fue posible gracias a sus antepasados que se plantearon el desafío de descubrir y comprender los fenómenos físicos que ocurren en el universo y la naturaleza. Quienes guiados por las señales de las estrellas, la luna, las plantas y el sol,  descubrieron la noche más larga del año.

“Lo que ocurre con ese solsticio es que el día empieza a crecer de a poco y el sol permanece. El día empieza a ser más largo, con la presencia de un calor que va fertilizando la tierra”, contó la académica. 

De esta manera, en la celebración que comienza la tarde anterior, y antes de que el sol se esconda, es un espacio muy especial debido a que alrededor de una fogata y en familia, se evoca la renovación del pensamiento y la preparación del fuego de la vida. Ahí, los invitados reunidos esperan la llegada del Machi o del Lonko, que tiene la misión de dirigir el ritual, donde se realizan bailes, cantos y juegos que fortalecen los lazos comunitarios, dejando en evidencia la importancia de estar interrelacionados y conectados con todo lo vivo, esto quiere decir con las personas, ríos, mares, viento, hasta el tiempo y el ritmo de las cosas.

Ya de madrugada, y con el anuncio de la llegada del año nuevo, la ceremonia sagrada se realiza en el amanecer, en donde todas las familias para sacarse lo negativo del año anterior, se dirigen a un río o lago para bañarse o lavarse los pies. En el agua se va todo lo viejo, los malos espíritus, las enfermedades y los malos pensamientos.

Como Red Apostólica Ignaciana les invitamos a reunirse ese día en la intimidad y en el calor de vuestros hogares, a reencontrarse con la Madre Tierra, agradeciéndole la vida y renovar fuerzas para vivir este nuevo ciclo que comienza.